La ciudad y sus devotos
BICICLETAS II
1. Si los vehículos automotores ganaron desde el vamos su derecho a la
ciudad, llamado asfalto, el peatón, como contraparte, estableció la trinchera
de su resistencia, llamada cordón, a un lado de aquel. Entre asfalto y vereda se
emplaza un acuerdo antagónico, de necesidad y disidencia, de una tensa relación.
En medio de ese combate, la ciudad impone su huella. Las rudas batallas
entre peatón y conductor han resultado en todo un escenario urbano: calzada,
cordón, vereda, senda, puente peatonal, semáforo, badenes y demás. Pero esta
tecnología es el signo de una derrota: la del peatón como ejercicio libre del
pasear, del andar sin rumbo, perdido. El libre pensador es un libre paseador (y
me remito a Rousseau, a Benjamin, a Simmel, a Cortazar, para sostener esta
conocida hipótesis).