16 de diciembre de 2010

CASUERIES SOLDATTI

ANIMAL POLITICO

Nueva escritura intempestiva. Náusea, sin duda. Maniqueo, tambien, eso de reducir a derechas e izquierdas, a troscos y fachos, el abanico político es bien pobre. Pero son claves, solamente. "Hay matices", me dice un compañero. Si, ya sé, pero hoy me levanté incómodo.




1. En el caso de Soldatti, todos hacen “la del tero”, ponen un huevo en el barrio y gritan desde otro agujero. De Macri que puede esperarse, si entiende las necesidades por el color de piel y la política como un “picado”: la política como la trama de complicidades detrás del fer play. Y los “negros” todo bien, mientras sean las barras acólitos o la simpática “popular”. Como en el golf o los caballos, los tilingos aceptan al “negro” si es cadie o vareador, y si como Cabrera llegan  (¿adonde?) entonces son el ejemplo de “pobreza digna” (no hay “pobres dignos”, solo “pobreza”, pues la dignidad es atributo colectivo, el “pobre” es “digno” cuando guarda sus resentimientos y hace todo por parecerse a “uno”, prolijitos y perfumados).
De Scioli no podía esperarse mucho tampoco, no mucho más que en otras situaciones, Scioli hace “la del avestruz”, y cuando un quilombo mete la cabeza en la tierra y espera que todo pase sin que nadie se acuerde de él. Y lo peor es que nadie se acuerda de él.

2. Mientras, el gobierno hace “la del velociraptor”, te mira fijo y de frente, y espera, espera, mientras los compañeros te emboscan por los costados y te garronean los talones. Hace que juega en el centro no reprime, y mientras uno queda hipnotizado con la resolución de Soldatti, en el interior descuartizan el territorio, arrasan con los comuneros y campesinos, se abrazan con Insfrán.
Son los modos del Kirchnerismo, que corren a la derecha por izquierda, ética de la convicción; a la izquierda con pragmatismo, ética de la responsabilidad. Perón puso a la izquierda y a la derecha adentro del movimiento: a los enemigos cerca. Todos juntos y él surfeando por encima: tercera posición. Usar una mano para vigilar a la otra. “Córranme por izquierda” les dijo Néstor a La Cámpora, o mejor, eso dice el relato del Kirchnerismo que la Cámpora quiere construir. Ya volveremos.
Kirchner se definió por negación de las dos. Troscos de un lado, fachos del otro. Si se acercaba a los fachos, entonces era por “la necesidad de construir” el “poder real”. Pragmatismo: ética de la responsabilidad. Si se acerca a los zurdos, entonces son “reivindicaciones históricas”, ética de la convicción.
Le niega a uno lo que acepta en el otro: a los movimientos históricos (DDHH, desocupados, pueblos originarios, género) los vuelve “reivindicaciones”, espasmos ciudadanos que se condensan en “demandas”: anulación de la historia, acontecimiento, consigna. Se invisibiliza el proceso de acumulación (o mejor, se lo adquiere en un nuevo relato histórico sobre el que se monta, ¿no fue esto el Perón del ´45?). Acepta el reclamo, niega el tiempo, oscurece el poder real.
A los fachos, por el contrario les acepta el poder como dimensión pragmática: Rico, Scioli, Insfrán, Moyano, López. Se fundamenta porque “hay que construir poder real”, poniendo adelante el proceso de acumulación (de los otros) e invisibilizando el “acontecimiento”: los procesos que se abren detrás de esos acercamientos.

3. Por su lado, hegemónicamente, juntan lo “indefinible”, lo que no tiene nombre: a los viejo militantes peronistas, huérfanos de poder, que desde hace 30 años van buscando enamorarse de su papá edípico (Frente, Alianza, Frepaso…); a los jóvenes progres que “quieren militar”, como si fuese jugar al futbol van buscando al grito de “ganadora queda”, buscando una “mística”: política hormonal, porque la política siempre fue hormonal para la clase media, rebeldía adolescente, hasta que la pongan, o se las pongan, y quedemos huérfanos otra vez; y a otros indefinibles, los que hacen de la indecisión el arte de la indefinición, los que hacen “la del gato”, el juego del caer siempre bien parado: Alak, Scioli, etc.

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