La ciudad y las cosas
DELIVERY
1. La ciudad dispone ante nosotros un abanico de servicios. La ciudad no
administra tanto el espacio como el tiempo, a través del espacio. Es la
paradoja del buen vecino, reunir para separar, vive al lado pero “ni se lo nota
por suerte”.
Entonces, como artefacto central de la vida moderna, la ciudad está allí
para facilitarnos las cosas: tener todo a mano. La mano es la justa medida de
lo moderno, en tanto marca la distancia de la comodidad por sobre la potencia
del hacer de la cooperación. Del tener la mano al dar la mano. De la propiedad
al don.
Encontrar un nicho es el fin del mercado: es donde culmina el proceso de
realización de la mercancía y donde muere el cuerpo del trabajador (su potencia
de trabajo). De ahí la gran ironía de Alfredo Péculo, cochero enriquecido bajo
el ala sindical y cara visible del neocapitalismo en su fase telemenemista.
Entre los servicios expertos y los mandados, del service al canillita, todo
un abanico de arreglatuttis a domicilio se despliega en la ciudad. Es la
contratara de la colonización de nuestro tiempo libre, la transformación del
tiempo de reproducción en tiempo productivo, y del ocio en actividad animal.
Desde que se enuncio al capital social ya ni estando al pedo podemos liberarnos
de nuestra condición de fuerza de trabajo.
Al reconstruir nuestras trayectorias de vida, Bourdieu puso en caja ese último
resto de inutilidad en las relaciones sociales: el chusmerio acerca del amigo
del amigo.
3. Nuestra vida esta solicitada, entonces entre dos extremos, de un lado,
aquellas actividades prescindibles por imprescindibles. Son los service,
poseedores de ese saber experto y único que implica arreglar un control remoto,
un cuchillo eléctrico, la heladera o el televisor. Tan imprescindibles que son
poco a poco reemplazados por más mercancías: ya nadie arregla un televisor, se
tira y se compra uno nuevo. El día que esta transformación llegue al automóvil
y nos liberemos de los mecánicos…
Del otro lado, aun existe toda una serie de actividades y necesidades que
de tan prescindidles se han vuelto imprescindibles: los mandados. Algo tan
sencillo como “ir al mercado” es sumido en la categoría delivery. “tener a mano”
no es lo mismo que alcanzar el teléfono (y bajar la escalera o atravesar el
pasillo, y buscar las llaves, y el cambio: por suerte para el mercado aun hay
todo un mundo material que resiste a nuestro total confort por disolver,).
El día que el mercado colonice este ultimo nicho, encontraremos el confort
total: en un nicho.
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