TODA PUESTA EN ESCENA EN UN MALENTENDIDO*
1. El lunes pasado comenzó en el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal n° 1 de La Plata un nuevo Juicio por delitos de lesa humanidad
en el que se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos en seis Centros
Clandestinos de Detención del denominado Circuito Camps (llamado así porque
dependía del Coronel Ramón Camps, quien era el Jefe de la Policía de la
provincia de Buenos Aires). Más de 20 centros clandestinos formaron parte de
este circuito, entre ellos los conocidos como “Destacamento de Arana”,
“Estancia La Armonía”, “Brigada de Investigaciones de La Plata”, “Comisaría 5ª”
en el partido de La Plata; “Pozo de Banfield” en Lomas de Zamora; “Pozo de
Quilmes” en el partido de Quilmes; el Destacamento 16 de Cuerpo de Camineros o
"COT 1 Martínez" en el partido de San Isidro, Brigada de
Investigaciones de San Justo y “Puesto Vasco” o Sub Comisaría de Don Bosco,
entre otros.
En el caso de la zona de La Plata, numerosos
testimonios dan cuenta de uno de los mecanismos de funcionamiento del circuito:
al momento del secuestro, las personas eran llevadas en primer lugar a la
Brigada de Investigaciones de La Plata, que funcionaba como central de
operaciones y distribución de los
detenidos ilegales; luego trasladados a la Comisaría 5ª, mayormente utilizada
como depósito y maternidad clandestina; y luego trasladados al Destacamento de
Arana, centro de tortura y exterminio.
Las audiencias del Juicio se realizarán los lunes y
martes en el Auditorio del edificio del Tribunal Oral Federal 1, que preside el
Dr. Carlos Rozanski, junto con los Dres. Roberto Falcone y Mario Portela,
conocido como Ex Amia (4 entre 51 y 53). El salón, de proporciones
considerables ya para un teatro, ha sido acondicionado para contener a los 26
imputados, defensores oficiales y particulares, abogados querellantes,
fiscales, los jueces y el personal del Tribunal.
2. La circunstancia que el juicio se realice en un
teatro no es arbitrario, pues la
justicia no es otra cosa que una ”puesta escena”, la reconstrucción de un hecho
pasado a través de diversos relatos proporcionados por testigos, documentos,
pericias, etc. Un espacio donde las partes, a través del debate oral y público,
buscan persuadir a la ley de la coherencia o no entre el tipo y el hecho.
“Persuasión” que la ley ubicará dentro de los limites de la sana critica. Pero
que no deja de ser un relato que busca reponer una historia colocarla
nuevamente en un lugar, imposible pero inevitable: el momento previo al daño.
Reparar el daño es el horizonte de la justicia,
utópico pero ineludible. Es el rol del magistrado, recomponer la situación
reconstruyendo una historia utilizando las diferentes versiones de la misma. En
este sentido, el magistrado esta investido de un rol central, es el autor de
ese relato construido con retazos, versiones, pruebas e inferencias.
Pero esa palabra del autor sobrevuela los murmullos,
los trasciende y los redime, al instalarlos en otra escala, la de la palabra
legitimada. Solo esta palabra asegura la reparación, más allá de los relatos
que se construyen y reconstruyen. Es el lugar de la Ley que repara.
Sin embargo, como dice Gambaro, “toda puesta en
escena es un malentendido”. Y todo malentendido da cuenta de la imposibilidad
de un equilibrio final en la balanza de la persuasión. Pues esa escena es
interpretada, son los hombres los que asumen esos roles, protagonizando una
historia repetida y nueva todo el tiempo. En la interpretación de la historia
se abren espacios de fuga, incertidumbre. Poesía.
3. Una escena que se viene repitiendo en los últimos
juicios es la del ingreso de los imputados en el escenario antes del ingreso
del Tribunal, y con la sala ya repleta de gente. Me recuerda a esos momentos
donde los jugadores entran a la cancha a realizar los movimientos
precompetitivos y la hinchada aprovecha para aplaudir al ídolo, insultar al
contrario, demandar a los dirigentes, etc.
El ultimo lunes nuevamente paso algo así. Los
imputados fueron entrando al estrado de a poco, unos si, otros no, ubicándose
en una escena vacía, sosteniendo un tiempo incierto que se fue prolongando,
estirando ansiosamente. Ese ingreso puso el vacío de la audiencia en otro
lugar. Este, fue llenándose lentamente, en una situación imaginable y que no
merece ahora mayor descripción. Vituperios, demandas de justicia, pedidos por
las victimas desaparecidas ayer y hoy, etc...
Pero la sala no es una cancha y la platea no es una
hinchada. Son victimas y familiares del terrorismo de Estado que vuelven en ese
espacio a tener delante suyo a sus verdugos genocidas.
4. Cuando en los 90 el poder político silenció las
demandas de justicia y consagró la impunidad, los organismos de derechos
humanos, con Hijos a la cabeza, inventaron el escrache, puesta en escena que
convocaba a un grito catártico que demandaba justicia. Pero además, esta escena
filtraba también un malentendido, pues esas voces al encontrarse a demandar
hacían visible un relato subterráneo que agrietaba la indiferencia social, si,
pero además ponía en escena una nueva comunidad. Visibilizaba a quienes no
querían ser vistos. No solo ser escuchados, entonces, sino poder escucharse. La
comunidad era entonces el magistrado que
sostenía el relato emergente.
Existiendo la posibilidad de justicia, abierta la
escena al magistrado, los gritos del lunes no tenia el mismo efecto, pues el
malentendido, la posibilidad de construir un nuevo sentido, estaba en otro
lugar de la escena. Eran gritos sordos, que se encerraban trágicamente ante un
“otro” aun ahí, aun impune, que también puede presentar un cuerpo y un relato.
Habiendo justicia, lenta y tardía, no deberían
reeditarse estas escenas donde las victimas enfrentan a sus victimarios en una
situación dual, de uno frente al otro, como en una disputa de versiones. Los
magistrados tienen la responsabilidad, legal y moral, o al menos el tino, de
ocupar el lugar que les toca en la construcción de este relato social. El de
legitimar la verdad, pero sobretodo, el
de sostener a esa comunidad.
* "Toda puesta en escena es un
malentendido" es el título de un precioso texto de Griselda Gambaro en el
que reflexiona sobre el poder y el teatro, temas que tocan este ensayo, y sobre
los espacios de resistencia y dominación en el mismo lugar donde nos habíamos
imaginado el momento de libertad, eso que entonces, dice Gambaro, "ya no
es lo que es, es otra cosa".
No hay comentarios:
Publicar un comentario